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SALA 2, FILA F, SILLA 3

A veces voy a cine solo, para encontrarme conmigo mismo.

Hola Sebastián,


Parece que aún no logro liberarme de ti. Me di cuenta de que las cosas malas no son más que consecuencias de las cosas buenas, de aquello a lo que alguna vez llegamos a amar y entregar nuestra vida por completo. Hay historias con finales felices, trágicos o inesperados, otras…, para las que el final aún tiene historia. Historias que no quisiéramos acabar nunca, con el anhelo de que sean diferentes. Aunque creo que es tiempo de renunciar a la mía, soltar el pasado –dejarte ir- y comenzar de nuevo, pero esta vez no sé cómo hacerlo, porque cada vez significa renunciar a todo y en esta oportunidad no tengo nada a que renunciar; todo se fue… con alguien. No tengo sueños que me pertenezcan, porque comencé a soñar en conjunto y cuando dije “adiós”… ¡adiós, también dijeron mis sueños!


Siempre tuve la creencia de que los corazones masoquistas eran los únicos capaces de llegar a amar en su totalidad, sintiéndome afortunado de tener uno de ellos latiendo en mi pecho. Con el tiempo entendí que mi masoquismo no era más que un hábito a causas secundarias, porque cuando hay dolor tras dolor, uno puede acostumbrarse a él. Me hice adicto a los amores sufridos, enamorándome únicamente de ellos, pese a, en mi corazón, anhelar lo bueno, perfecto e inalcanzable… y me di la oportunidad de ser conquistado por esos corazones soñados, pero mi encanto le pertenecía a un pasado trágico. Por eso, mi querido amigo… anhelar siempre será un arma de doble filo.


A veces, cuando llegamos a poseer eso que tanto se ha anhelado, el acanto desaparece por completo. Es una lógica que nos parece ilógica, pero que hemos degustado, resultando cierta… y nos hace creer que todo está bien, que las historias de amor se pueden construir desde un barco de papel en medio de una tormenta; pero no, los daños no hacen parte del romanticismo; uno se acostumbra a ellos porque cree que las historias de un amor perfecto son aburridas… Aunque es cierto, te insisto en la idea de que el amor es la única cosa en el mundo que no lastima, pero que siempre será confundida con otros sentimientos que están muy lejos de él.


Yo sé que aún no lo entendemos, porque estamos un poco rebeldes y obsesionados con el pasado, pero verás que el día que nos enamoremos de un corazón así de bueno como lo anhelamos, las buenas historias, también serán contadas y… por qué no… disfrutadas.


Espero encontrarte una vez más en el cine, porque siempre me ha gustado escucharte… Aunque te lleve todo el tiempo en mí.


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