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QUERIDOS 20

Parece que fue ayer cuando cumplía 18 años y pesaba cuatro kilos menos. Recuerdo que mi deseo, para ese entonces era vivir mi vida como si fuera una película de adolescentes, donde el sexo, el alcohol y las fiestas nunca se acabaran; pero me demoré más en pedirlo, que éste ser desvanecido por la misma vida. Me tome muy a pecho los años que tenía, tanto así que sólo me preocupé por buscar el amor, irme bien en la universidad y no engordar. Y creo que eso no ha estado mal, es más, le agradezco a la vida por hacerme aterrizar un poco y quizás también por haber madurado a temprana edad.


Ya para los 19 tenía intereses distintos: como conocer el mundo desde pequeñas culturas, encontrarme el amor de mi vida en un café e irme a estudiar inglés . Fueron exactamente esos dos años los que me sirvieron para convertirme en una persona totalmente nueva y, sobre todo, para encontrarme. También me ayudaron a dejar atrás todo lo que me impedía avanzar –aunque las hamburguesas de McDonald’s y el helado de vainilla aún hagan parte de mis dietas– y tomar mis primeras decisiones radicales que, poco a poco, me han ayudado para construir mi futuro en total plenitud. Además, me di cuenta que no puedo seguir bebiendo como cuando tenía 15 años, porque el guayabo cada vez se hace más terrible… Me enamoré y me rompieron el corazón por primera vez; sin hablar de que logré tatuarme, valorar a mi familia, seguir construyendo mis amistades, no pasar de talla 32 en los pantalones, hacerme menos tímido, luchar por mis ideales, aceptar citas a ciegas y alguna que otra cosa más.


Entonces me pregunto: ¿Qué debo pedir esta vez? ¿Qué me depararán los 20 años? Sí he logrado casi todo lo que me he propuesto, incluso más de lo que había soñado: como salir en Televisión, que me pidieran un autógrafo en el aeropuerto o que mis papás se sintieran orgullosos de mí… Bueno, aunque aún me haga falta: ir a París, saber hablar francés, enamorarme de la India y perderme en un metro…; me veo cada vez más cerca de la meta: viviendo una historia de amor parecida a la de los libros que me he leído y siendo un loco con anhelos de cambiar el mundo. Así que mi única preocupación para los 20 es no quedar calvo, y mis únicos deseos se resumen en: terminar mi libro, que no fracase en mi primer negocio, tener el cuerpo como una chocolatina Jet, dejar el pan, aprender a bailar y madrugar todos los domingo.


Por eso agradezco a la vida por todo lo alcanzado… Por lo bueno y lo malo; por haberme enseñado que el único camino que conduce a la felicidad es el corazón y la autenticidad de mi ser. Recuerdo lo que un día un gran amigo me dijo: “ – Por tu carácter y autenticidad te has convertido en un pentágono de persona: amoroso, inteligente, sexual, maduro y loco.” Y eso me hizo pensar en lo que un día escuche: “… Cuesta mucho ser auténticos y en éstas cosas no hay que ser limitados, porque uno es más auténtico cuando más se parece a lo que ha soñado de sí mismo.” Y yo me soñé llegado así al segundo escalón de la vida, confesándole que soy feliz, que me siento en libertad y no tengo ni una sola cana. Hoy es un día para brindar por eso, por mi cumpleaños y por la mismísima vida, para que me dé más tiempo para vivir y hacer de cada uno de mis instantes una nueva historia para contar.


Hoy tengo 20 años, mañana vuelvo a tener 18.

FOREVER YOUNG

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